En la época actual resulta difícil mantener una conversación en que «sin tiempo», o cualquier tipo de término o expresión equivalente, aparezcan rápidamente.
En realidad, la mayor parte de personas ya han asumido que no existe la falta de tiempo, sino la falta de interés. Y sin embargo, una vez tras otra recurrimos a ese comodín para justificar la escasa o nula atención que dedicamos a diferentes aspectos o compromisos en nuestra vida.
No se trata de una expresión casual. No disponer de tiempo impersonaliza la falta de interés y pretende trasladar gran parte de la responsabilidad a un factor externo sobre el que, de nuevo de forma total y absolutamente subjetiva, tenemos un escaso margen de control.
Este comportamiento guarda mucha relación con la aceptabilidad social y tiene su origen en una realidad que preferimos obviar: nadie nos ha enseñado a gestionar emocionalmente un mensaje honesto y claro en nuestras comunicaciones, aún revestido de un aura de calidez y cercanía. Una negativa nunca deja de serlo y, a falta de una gestión emocional adecuada por la otra parte, solamente nos queda tratar de deshacernos de la culpa.
Dar antes de recibir siempre funciona
Haciendo un ejercicio de autoanálisis, sin duda encontrarás multitud de ejemplos para situaciones de este tipo tanto a un lado como al otro del mensaje exculpatorio.
La realidad es que las relaciones se refuerzan a base de confianza, y la honestidad es uno de los pilares fundamentales que sustentan ambas.
Educarnos primero, para después educar al resto, en hacer una correcta gestión emocional de la honestidad se está convirtiendo en una necesidad que cada día apremia más en todo tipo de círculos de confianza. Da igual que se trate de entornos recreativos o laborales, o de colectivos familiares u organizacionales. Para recibir honestidad es necesario aprender a gestionarla, y solamente podrás entregarla de un modo adecuado cuando hayas aprendido a recibirla del mismo modo.
Ponerte en el lado difícil primero es el primer paso para cambiar «sin tiempo» por «lo más importante antes». Honestidad llama a honestidad, y qué mejor modo de llamarla que entregándola. Como ocurre con cualquier otro tipo de comportamiento, puede aprenderse y practicarse.